Seguidores

martes, 22 de octubre de 2013

Poema Tu risa - de Pablo Neruda



Poema Tu risa
de Pablo Neruda

Quítame el pan, si quieres, 
quítame el aire, pero 
no me quites tu risa.

No me quites la rosa, 
la lanza que desgranas, 
el agua que de pronto 
estalla en tu alegría, 
la repentina ola 
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo 
con los ojos cansados 
a veces de haber visto 
la tierra que no cambia, 
pero al entrar tu risa 
sube al cielo buscándome 
y abre para mi todas 
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora 
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto 
ves que mi sangre mancha 
las piedras de la calle, 
ríe, porque tu risa 
será para mis manos 
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño, 
tu risa debe alzar 
su cascada de espuma, 
y en primavera, amor, 
quiero tu risa como 
la flor que yo esperaba, 
la flor azul, la rosa 
de mi patria sonora.

Ríete de la noche, 
del día, de la luna, 
ríete de las calles 
torcidas de la isla, 
ríete de este torpe 
muchacho que te quiere, 
pero cuando yo abro 
los ojos y los cierro, 
cuando mis pasos van, 
cuando vuelven mis pasos, 
niégame el pan, el aire, 
la luz, la primavera, 
pero tu risa nunca 
porque me moriría.

domingo, 13 de octubre de 2013

Oda al amor - Poemas de Pablo Neruda


 Pintura de Isabel Guerra 
  
Oda al amor - Poemas de Pablo Neruda
Amor, hagamos cuentas.
A mi edad
no es posible
engañar o engañarnos.
Fui ladrón de caminos,
tal vez,
no me arrepiento.
Un minuto profundo,
una magnolia rota
por mis dientes
y la luz de la luna
celestina.
Muy bien, pero, el balance?
La soledad mantuvo
su red entretejida
de fríos jazmineros
y entonces
la que llegó a mis brazos
fue la reina rosada
de las islas.
Amor,
con una gota,
aunque caiga
durante toda y toda
la nocturna
primavera
no se forma el océano
y me quedé desnudo,
solitario, esperando.

Pero, he aquí que aquella
que pasó por mis brazos
como una ola
aquella
que sólo fue un sabor
de fruta vespertina,
de pronto
parpadeó como estrella,
ardió como paloma
y la encontré en mi piel
desenlazándose
como la cabellera de una hoguera.
Amor, desde aquel día
todo fue más sencillo.
Obedecí las órdenes
que mi olvidado corazón me daba
y apreté su cintura
y reclamé su boca
con todo el poderío
de mis besos,
como un rey que arrebata
con un ejército desesperado
una pequeña torre donde crece
la azucena salvaje de su infancia.
Por eso, Amor, yo creo
que enmarañado y duro
puede ser tu camino,
pero que vuelves
de tu cacería
y cuando enciendes
otra vez el fuego,
como el pan en la mesa,
así, con sencillez,
debe estar lo que amamos.
Amor, eso me diste.
Cuando por vez primera
ella llegó a mis brazos
pasó como las aguas
en una despeñada primavera.
Hoy
la recojo.
Son angostas mis manos pequeñas
las cuencas de mis ojos
para que ellas reciban
su tesoro,
la cascada
de interminable luz, el hilo de oro,
el pan de su fragancia
que son sencillamente, Amor, mi vida.