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jueves, 30 de mayo de 2013

Por calle del rey arriba - Poemas de Oscar Castro



Por calle del rey arriba - Poemas de Oscar Castro 
Por calle del rey arriba 
de San Francisco a la diestra, 
en casa de recios muros, 
vivía la primavera 
la luna que se asomaba 
por los ventanales era 
la boca de una guitarra: 
las cuerdas eran las rejas. 

La Primavera tenía 
carne de mujer morena, 
ojos de amor y pecado, 
boca de dulce promesa. 
Manuel Rodríguez la amaba, 
mas otro la pretendiera: 
Antes de decir su nombre, 
mi boca firme se cierra. 
sonriente y mozo era el uno; 
el otro, celo y fiereza. 

Entre los dos militares 
temblaba la Primavera. 

En noches de ausente luna, 
llegaban ambos a verla: 
el uno por la ventana, 
el otro por franca puerta. 

Los besos del que acudía 
sin trabas a la vivienda, 
eran amargos de celos 
y hablaban de muerte artera; 
mas los de Manuel Rodríguez 
sabían a madreselvas, 
sabían a estrellas rubias 
y a rasgueo de vihuelas. 
a la mujer por las rejas 
toda el alma se le fuera. 

Jinete en caballo moro, 
Rodríguez a verla llega. 
Le cantan los espolines 
al desmontar en la acera. 
Los espolines le cantan 
a la mujer que lo espera, 
pecho adentro, sangre arriba 
como nupciales promesas 

A través de los barrotes, 
las manos de la morena 
sobre el pecho masculino 
descansan en la guerrera. 
Del militar en el cuello 
relumbran dos calaveras: 
es la insignia de los Húsares 
que entre las sombras destella. 

-Amado, anoche soñaba... 
soñaba cosas siniestras: 
la insignia que tu llevabas 
en sangre se tiñera... 
Amado, en un cielo negro 
sangraba la luna nueva... 

Manuel Rodríguez besaba 
los labios de la morena; 
sus dientes en la penumbra 
brillaban con risa fresca. 

- La bala que ha de matarme 
ningún hombre la fundiera. 
La sangre que viste anoche 
son mis amores, morena. 

En Tiltil quedó tendido, 
de muerte alevosa y fiera. 
La sangre del pecho abierto 
manchaba dos calaveras. 

En la noche de aquel día 
fue roja la luna nueva. 
A traición tuvo que ser, 
que de frente no pudieran. 
La bala no fue de plomo, 
que fue de celo y fiereza. 

Al mundo vino muy tarde 
ese año la primavera. 
Las rosas fueron mas rojas 
y fue mas triste la tierra. 

En calle del Rey arriba, 
de San Francisco a la diestra 
tras enrejada ventana 
lloraba la primavera. 

Un caballero de sombra 
llegarse quiere a ella. 
no cantan sus espolines 
al desmontar en la acera. 
del caballo que lo trae 
las herraduras no suenan. 

En vano dos blancos brazos 
asómase por la reja: 
el caballo es el viento; 
sombra en la sombra se aleja. 
la mujer está llorando. 
ya no vendrá el que la espera. 

¿El nombre de esta mujer 
de sueño, amor y leyenda?... 
Vivió en Santa Cruz de Triana, 
era criolla y morena... 

La historia no dice más. 
Llamémosla Primavera.


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